Las Buenas Prácticas de Fabricación, comúnmente conocidas como BPF o su sigla en inglés GMP (Good Manufacturing Practices), mantienen la integridad de los productos finales. Estas garantizan el cumplimiento de las normas del más alto nivel a la vez que se llevan a cabo operaciones acertadas.
Estas prácticas son igual de importantes en la industria alimentaria como en la industria manufacturera. Especialmente con la creciente concienciación de los consumidores y los problemas de seguridad alimentaria, los consumidores esperan que las empresas asuman la responsabilidad de adaptarse a todos los requisitos de seguridad alimentaria, calidad y atributos de los consumidores.